EL HOMBRECILLO ESTÁ ENFADADO

... y está enfadado porque hace unos días reproduje, con un comentario, la nota que la Asociación de la Prensa insertó en los medios en defensa de un compañero. Por eso anoche me dedicó unos cuantos minutos de su habitual y miserable presencia televisiva de los martes.
Reitero el saludito que les mandé a los periodistas en aquella ocasión.
Y me disculpo con el hombrecillo de las machangadas televisivas, porque aquel comentario no estaba completo. Creo que su enfado ha sido porque no fui todo lo explícita que debía ser.
Para enmendar mi error, aquí va el comentario al completo:

La Asociación de la Prensa envió un comentario referido a una abyecta bazofia que se autodenomina cadena de televisión y que nos denigra y ofende a todos los tinerfeños y tinerfeñas con su programa de los martes, cuya única excelencia es denominarse El Chanchullo, haciendo perfecta referencia a su innoble y abyecta forma de entender la comunicación. Esta cadena, que es habitual en nuestro pueblo, pueblo al que humilla con su sola presencia, recibe dinero de nuestro ayuntamiento, que desgobierna el grupo político AIS-CC. No sabemos cuánto, porque por más que hemos pedido esa información, como otras, la ocultan sigilosamente... hasta que desde otras instancias se les demande y no puedan oponerse.
AIS-CC es un grupo degradado, que cae continuamente en aquellos comportamientos que merecen ser erradicados de los gestores de la cosa pública, sobre todo el uso partidario de ese dinero que entre todos pagamos al erario público, y la intimidación y las coacciones a todo aquello que se mueva en el pueblo que no sea afín. Tal y como pretenden hacer (intimidar y coaccionar) con la que teclea, pagando con mi propio dinero a inmundos, groseros e indecentes pseudo-comunicadores que denigran la noble profesión de periodista, usurpando una y otra vez esa digna profesión para ganar de la forma más rastrera el salario diario que otros y otras nos ganamos digna y honradamente.
Y esta bazofia inmunda recibe dinero de todos y todas por emitir programas insultantes, con malos modos, con falta de estilo, y con un vocabulario que denigra la tradicional forma respetuosa de expresarse que siempre tuvo nuestro pueblo. Con mi dinero, y con el de cada uno de los vecinos, el grupo de gobierno se arroga el derecho de financiar aquello que cualquier persona bien nacida rechaza como comportamiento para sí misma y para los suyos: al comportamiento de un personajillo vil y rastrero, que emponzoña todo lo que nombra, y al que no menciono por su apellido porque entiendo que es indigno de llevarlo. Dos generaciones antes, también lo llevaba, con orgullo e hidalguía, mi abuelo, por lo que entiendo lo mal que debió pasarlo el padre del personajillo en cuestión cuando se dio cuenta de a quién se lo transmitió. Llamémosle Pepe, lo que también es una suerte de insulto para quien así se llame.
Es terrible y desvergonzado que usen mis impuestos para financiar esta infame, vil, miserable y rastrera televisión y a sus despreciables actores, que si no fuera por la ruindad implícita que destila todo lo que hacen, y porque la ruindad contamina, sería patética.
Pero no sólo opino yo así. También opina así la asociación de profesionales de la prensa, a quienes también avergüenzan estos usurpadores tiralevitas untuosos, que se venden por nada, porque el dinero que pretende lavar tanta desvergüenza y suciedad, como ellos mismos reconocieron anoche, es poco para pagar tanta indignidad.
A todos ellos, profesionales de la prensa afectados, les mando un afectuoso saludo de reconocimiento y me uno a su repulsa más enérgica, en esta ocasión sobrepasando los límites que me he impuesto en materia de corrección, porque aunque ellos tienen su estilo, y yo el mío, anoche sentí que, efectivamente, me había pasado moderando la expresión de los sentimientos que me produce esta abyección y bajeza máxima, que aún no entiendo cómo se atreven a sacar al aire. Supongo que porque la desvergüenza, una vez se adquiere, no tiene límites.
Y supongo que Pepe, el personajillo, ahora estará contento, tanto, que el próximo martes me agradecerá en público, en la bazofia impresentable, de la forma que me tiene acostumbrada, esta rectificación pública, que su "primo" le mandará desde MI Ayuntamiento. De nada.