DON MARCOS Y EL INSTITUTO (II)

Continúo diciéndole mis cositas a don Marcos:

3.- No sea mentiroso. Sólo usted, con su mendacidad crónica, puede decir, y creerlo quienes no me conocen, que hablo mal de mi centro de trabajo, centro que, por haberlo puesto en marcha, es un poco como un hijo mío. No lo he hehco con ningún centro en los que he trabajado, y menos con éste, con el que tengo no sólo vinculaciones profesionales sino afectivas.
Los centros y los alumnos, para los docentes, son como los hijos. Cuando pasan los años, crecen y discurren por variados derroteros, pero una siempre está orgullosa de ellos. Con eso pasa como con los ciudadanos para el buen gobernante: todos son diversos, pero cada uno de ellos, dentro de su diversidad, es valioso. Salvo para ustedes, que como malos gobernantes que son, no consideran a todos los ciudadanos y todas las ciudadanas diversos y valiosos en la diversidad, sino que, como padres, son tan pésimos que hacen realidad aquel terrible y antiguo refrán nuestro: "unos son hijos y otros entenados".
Para que le quede claro, y se lo digo por única y última vez: Los valores del IES de San Juan de la Rambla no sólo los conozco yo y estoy convencida de ellos, sino que tuve el honor de exponerlos en múltiples foros durante años, como ejemplo de centro público, para otros centros y para quienes optaban a la dirección de centros públicos, por toda Canarias y por encargo del Gobierno de Canarias. Es decir, que no sólo no he hecho lo que usted dice, sino que he hecho todo lo contrario. El gran problema del IES de San Juan de la Rambla no es el alumnado ni los padres y madres, magníficos como tradicionalmente ha sido nuestra gente, ni el profesorado, excelentes profesionales entregados a su labor. El gran problema del Instituto ha sido y es usted y su grupo, que han pretendido instrumentalizarlo. Le recuerdo que de los tres programas políticos que concurrieron a las elecciones pasadas, el único que osó a usurpar la imagen del Instituto políticamente fue el de su grupo, que presentó el Instituto como algo de su propiedad, en un atrevimiento que raya la ignorancia de lo que debe ser una institución y en la más absoluta falta de respeto. Por ese mismo respeto hacia el centro nunca he denunciado el atrevimiento de CC-AIS, pero creo que, dada su persistencia en las mentiras, ha llegado la hora de desenmascararlo.

4.- No sea usted más dañino aún con el Centro.
Al final, su persistencia en mentir diciendo que yo hablo mal del Instituto se está volviendo en contra del propio Centro. Resulta, don Marcos, que yo soy infinitamente más creíble que usted. Sobre todo en lo que atañe al ámbito de las opiniones sobre educación, donde yo tengo una opinión cualificada y usted no. Si la gente cree su mentira de que yo opino mal del instituto, va a pensar que será motivadamente, y entonces usted mismo está provocando el efecto del que me acusa a mí. Asi que deje de mentir si valora a este Instituto en algo más que en los réditos electorales que le puede proporcionar.

5.- No sea cínico.
Usted no cree en la enseñanza pública, ni en la necesaria convivencia de los niños y las niñas del municipio, sean de donde sean, y de la clase social que sean. Usted tiene a su hija en un colegio de élite, lo que le desautoriza para hablar. Muchos de sus adláteres se han llevado a sus hijos a escolarizarlos en La Guancha, y hubiera sido de agradecer que usted, que influye en ellos hasta el punto de hacerlos que bordeen la legalidad, hubiera hecho algo para evitarlo.
En cambio, tanto yo como los socialistas locales, por convicción, usamos y defendemos la enseñanza pública, predicando con el ejemplo.

6.- No sea manipulador ni intruso.
Lo peor que le viene al Instituto es la instrumentalización y la apropiación indebida de algo que es de todos, y de quien más, de la Comunidad Escolar, que es la que se desvela y sufre por el Centro. Para usted, es una inversión electoral, para los que pertenecemos a la Comunidad escolar, nuestra vida.

Así, don Marcos, que no sea usted correveidile, parejero, mentiroso, dañino, cínico, manipulador ni intruso. A mi instituto, y a la enseñanza en el municipio, le irá mejor (y seguramente, a usted también).