martes, 1 de julio de 2008

HUBO UN TIEMPO MEJOR; O DON MANUEL: ¿QUO VADIS?

Fue otra época. La gente era respetuosa. Se convivía. Ayer, en el duelo de Rafael, una señora me reconoció como hija de mi madre, a la que conocía de haber coincidido juntas pagando la contribución en San Juan, lo que hizo que se hicieran amigas. Eran señoras y señores, personas de buenas constumbres y buena crianza. Ciertamente, hace muchos años que eso se ha extinguido. Ya no veo, como dice la canción, sino pocos "caballeros con jazmines en el ojal". Pero lo cierto es que los hay. Es más, creo que sobreviven, conservando y transmitiendo en silencio las costumbres buenas de los tiempos pretéritos, elegantes, discretos, aunque no prendan de su ojal ningún jazmín, pero sí vayan acompañados de todo aquello que despide fragancias de tiempos antiguos. Como los jazmines, que siempre han sido de tiempo antiguo, como el jazminero que mi madre tiene en su terraza, como el que tenía mi abuela en su patio de la casa familiar del Lomo de la Guancha (regado con agüita cargada a duras penas de la fuente de Los Canarios), y cuya fragancia tan buenas tardes-noches nos ha procurado, en el tiempo quieto de las primaveras, cuando San Juan florece, o cuando florece en otras épocas del año, que también acontece.
Habría que desgranar el calendario nunca escrito de los árboles y arbustos floridos del pueblo, algunos reflejados en la magnífica exposición que aún puede verse en el Centro Cultural Tabaiba.
Estamos, como en la canción, ante un rosario de cuentas blancas de cosas que no se estilan, de pequeños mundos perdidos en el recuerdo colectivo y que ahora, con el libro bellísimo de José Antonio Oramas (bellísimo por los sentimientos que provoca, y porque nos hace reencontrarnos con nuestro pasado y con nuestros familiares lejanos, de los que nada sabíamos, pese a convivr con ellos) vuelven a estar de moda, pese al paso de los años.
Quedan detalles que nos hace pensar que no todo está perdido, pinceladas evocadoras que resurgen en el contacto vecinal-familiar y que han sido rememoradas y disfrutadas con fruición mediante el revulsivo del libro de nuestros abuelos, libro que cuenta que hubo un tiempo en que todos estábamos más o menos emparentados, en el que uno podía encontrar a un vecino y relacionarse con él, fuera de arriba o de abajo. Porque la cortesía, la buena crianza, la caballerosidad y el respeto eran como el valor de los soldados: se le suponía a todo el mundo. Y en esa suposición, todo el mundo convivía y respetaba al otro, auqnue fuera distinto, o precisamente por serlo.
Así fue el comienzo del tiempo de don Manuel. Muchas personas de bien de nuestro municipio, (la mayoría de ellas, personas que ahora apoyan sin fisuras a los socialistas), lo apoyaron a él sin tapujos, públicamente, incondicionalmente. Ese fue un tiempo en que lo natural era hacer las cosas que demandaba el pueblo, necesitado como estaba de algunos aspectos básicos, que por otro lado, ya habían comenzado a hacer los socialistas que le precedieron a don Manuel.
Hubo un tiempo, ese, en que el pueblo estaba primoroso y limpio: se encalaban las fachadas de las casas poco antes de las fiestas; en el que lo bueno y lo natural eran lo clásico, es decir, algo que es imposible de mejorar y que, al decir de un vecino, mejor no menearlo.....
Y lo clásico va de una convivencia vecinal, como la que año tras año nos reúne alrededor de las mesas de la papada, o la que une el esfuerzo colectivo colaborativo en la recogida de las sillas para dejar paso al baile, o la preservación de las tradiciones, como el encendido del Risco, con todos boquiabiertos mirando hacia arriba el prodigio y el milagro del Risco como un ascua de luz, menos los valientes y esforzados vecinos que, ahumados y satisfechos se incorporan para vernos disfrutar y admirar su obra....
Lo clásico es el concierto de la banda, de las bandas, al modo tradicional, es decir, de aquella época en que las bandas ponían música a las tardes de paseo, de noviazgos incipientes y de encuentro con la música culta, y tal vez, al caballero con jazmín en el ojal del principio, en una época en que no había que ocultarlo.
Asomados a este erial, este desierto que es nuestro pueblo actualmente, con las pocas excepciones mencionadas, tenemos que lamentar que, pese a que aún quedan, y seguramente más que nunca, eruditos locales, personas amantes de su pueblo y de sus tradiciones, que siguen escribiendo la historia del pueblo, de todos los pueblos (recordemos que el Natura y Cultura se gestó en San Juan de la Rambla, de la mano de rambleros amantes de sus tradiciones, las de todos), el devenir del desgobierno en que se ha convertido los mandatos últimos de don Manuel nos hace pensar que corren malos tiempos para la lírica, aunque sea esta ínfima lírica que surge del teclado y que se plasma en este blog.
Poesía, la justa para no sucumbir a esta incuria, a esta falta de valores, a esta negación de las viejas tradiciones que nos unen y nos identifican a los unos con los otros, oyéndolas de nuevo a través de la voz lenta de la memoria.
Esta tierra nuestra es poco dada ya, por mor de los desgobernantes, a utilizar las formas delicadas y cuidadosas de los buenos hábitos de vecindad, porque los modos que se venden en el escaparate del poder son otros y representan otra cosa, y los hombres buenos, las mujeres buenas, pensando que es antiguo, ocultan sus buenos hábitos y a veces, lamentablemente, no se los transmiten ni a sus hijos.
La Rambla tiene dos cementerios bellísimos: el viejo, un momumento a la piedra tallada, recio como el carácter de nuestra gente, sobre todo la más sufrida y luchadora; y el nuevo, una bella construcción donde los arquitectos acertaron con su integración perfecta en el paisaje. Dos cementerios donde aún se puede escuchar, con calma, el silencio del agua y el viento, donde te reconoces en las personas que yacen tras las lápidas, por vecindad, por amistad o por lazos familiares, no como los cementerios de ciudad donde no conoces a nadie ni nadie te saluda ni recuerdas ningún nombre al leer los que figuran en las lápidas. Cementerios que unen a todos en el momento supremo, pero que también han sido usados como elementos de desunión, como profundización del enfrentamiento propiciado durante los últimos años, y cuyo responsable es este grupo político que nos malgobierna, a cuyo frente se encuentra don Manuel.
La Rambla es también lugar de vecinos prodigiosos que multiplican sus esfuerzos por arrancar a la tierra los mejores productos de la isla, que es como decir del mundo, porque tiene una tierra bendita, si hay agua, que la hay. Tierra sobre volcán, agua laboriosamente extraida, clima excepcional y maestría primorosa del oficio de agricultor heredado de padres a hijos : otro oficio desvalorizado, por falta de un verdadero amor hacia él de los desgobernantes y el abandono de estos últimos años, en que las plagas han acabado con todo, sin que nadie con poder (municipal, insular, regional) eche un demano. Agricultura que sólo sirve para que los que parece que saben (don Manuel incluido) yerren continuamente, porque una cosa es cavar papas, o traer a los capitalinos para que las coman como una pléyade de cursis que desarrollan políticas agrarias de escaparate, y otra saber desarrollar mecanismos y políticas para protegerlas.
Pero la Rambla está, a su vez, llena de caminos serpenteantes (mal cuidados, obstruidos la mayor parte de las veces), llenos de plantas, arbustos y flores donde, afortunadamente, no hay cobertura para los teléfonos móviles y sí memoria engrasada con semillas de tartagueros foráneos introducidos en la época mala, y donde los colores nos reconcilian con las paletas de los mejores pintores, los pintores de los ocres, de los grises, de los azules, de los verdes, de los tonos almagrados que dieron cobertura a nuestras casas..... la rambla es tierra de la luz y el agua, esa luz y ese agua que es nuestro mejor reclamo, la luz abajo, el agua arriba, luz y agua que no ha podido ser alterada sino apenas, porque no se dejan manipular......
Ya no se estilan, pero habrá que retomarlas, por la salud económica del pueblo, las fondas antiguas en las que una vecina, primorosa en la cocina, te relataba con normalidad lo que ibas a comer, siempre, siempre, con productos locales amorosamente elaborados. Ni se estilan, o pasarán a menos que pronto se remedie, los viejos comercios que tienen la luz con el tiempo dentro y que van pereciendo sin que nadie los considere monumentos, y que terminarán de desaparecer si los temores sobre la apertura de nuevos comercios se cumplen.
Florecen los nombres de viejas calles, de las cruces, de los lomos, de las fuentes, como en el encantador librito de Martín Falcón sobre topónimos presentado recientemente, topónimos que es otra mala herencia de los últimos años de don Manuel, porque los ha cambiado, alterando el orden natural y el conocimiento de nuestro pueblo.
Pero en este pueblo nuestro aún quedan ritos pequeños que nos hacen la vida más placentera: tomar café en casa de una vecina, que se esmera en ofrecernos la humeante taza, rito traído por nuestros abuelos de Cuba y afortunadamente conservado, y que en muchas casas aún te lo sirven sin que lo pidas; u oír correr el agua por las atarjeas, las pocas que aún quedan y en las que aquellas tardes de verano y de higueras, donde los juegos de agua atajados por la tía solterona y cuidadosa que procuraba que no nos resfriáramos suponían baños de merienda que cobraban dimensión de río pasajero.
Tardes para evocar, que es mejor que añorar: evocar las piedras y los charcos de La Rambla, o la letra de alguna copla cantada por nuestras parrandas, o las antiguas novenas, que sólo se conservan en La Rambla, o las libreas ¿definitivamente perdidas?
Dígame, don Manuel: ¿se emociona aún usted con este relato, de la forma ilusionada en que comenzó su gobierno primero, o nada ya importa para usted salvo el poder a toda costa, el poder con los menos válidos, con los rencorosos y que inoculan su rencor a todo el pueblo, que han acabado con la buena vecindad y las tradiciones y que han oscurecido sus primeras obras buenas?. Si esto es así, ¿Quo vadis, don Manuel?.
Aún, en las postrimerías de su mandato, usted puede cambiar el rumbo de un gobierno desnortado y vengativo, y dejar el buen recuerdo de quien supo rectificar a tiempo y terminar su ciclo siendo el buen alcalde que esperaban sus convecinos. Se lo debe a su pueblo, a su familia, a sus vecinos y a los que, buena gente, gente de la de antes, lo apoyaron en un principio incondicionalmente. Y a usted mismo y a la historia que hablará de usted en un sentido o en otro. De usted depende.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

precioso. Gracias Fidela

Anónimo dijo...

Doña Fidela: ¿usted cree que este bello comentario suyo va a ser entendido por Manolo y sus mariachis?. Si lo entendieran, y Manolo tuviera vergüenza, y sin pensara en su familia, y en sus vecinos y en su buen nombre el día de mañana, y si recordara cuántos muertos, de sus antiguos votantes, ha ido dejando por el camino, y si se arrepintiera de sus andanzas.... tal vez haría lo que usted le recomienda... pero son demasiados si para un hombre cuyo lema es el no....

Anónimo dijo...

Tengo que darle las gracias a Don José Antonio Oramas por ese bello libro sobre nuestros abuelos y por supuesto a Don Martín Falcón por su librito de los topónimos en el cual he descubierto nombres de lugares de mi municipio que no conocía. Y en cuanto a los principios de Don Manuel Reyes todo lo que dice es cierto, el hombre empezó con muchas ganas e ilusión pero se ve que con el tiempo el poder y el dinero se ha corrompido, seguro que esto le ha pasado por su poca preparación, no siempre vale eso de lo que el presume "para que hace falta estudios mírenme yo un analfabeto y alcalde", porque luego pasa lo que vemos ahora en nuestro pueblo. Cuando uno tiene unos estudios y se te acercan los listillos de turno afreciendote el oro y el moro para que te saltes a la torera la ley a su favor, sabes lo que puede pasar y a lo que eso te puede llevar, escoges mejor a la gente que te rodea, que te asesora porque al fin y al cabo esa gente es la que te representa cuando tu no estás y el ejemplo lo tenemos en la papada de San Juan, aquellas personas que estaban sentadas en la mesa junto con la concejala en ese momento estaban representando a los que les enviaron allí, entonces no envíes a lo peor de cada casa. Manolo te has equivocado de cabo a rabo, empezaste bien y acabarás mal.

Anónimo dijo...

Don Manolo hace tiempo que perdió el norte, y ya perdió todo su crédito, ahora es tarde para recuperarlo, el pueblo ya lo conoce a él y quienes lo rodean. ES HORA DE UN CAMBIO

Anónimo dijo...

Váyase Don Manolo para mucha gente de este pueblo su presencia ya empieza a molestar y de camino llevese usted a todos esos satélites ignorantes que le siguen como perritos falderos para que así su salida sea más digna.

Anónimo dijo...

Demasiado bonito y demasiado generoso para la persona que va dirigido. Es una lástima que un escrito tan amoroso no vaya a ser entendido ni apreciado en su verdadera profundidad.
Es una pena que ni siquiera lo vaya a leer.Pero para los que estamos pendientes de las buenas nuevas , al menos nos ha llenado el corazón de lindas flores. Gracias y siga con su labor.

Anónimo dijo...

El problema que tiene Don manuel es de quien se ha rodeado ¿no se da cuenta?

Anónimo dijo...

El pueblo es el fiel reflejo de su gobierno. Y ahora mirando mi pueblo pienso qué desastre de gobernantes, aprovechados y desvergonzados, ignorantes, brutos y maleducados.

Anónimo dijo...

No le quitemos culpas a Don Manuel. Que él es el mayor responsable de lo que pasa aquí, y no solo sus colegas.. Aquí ninguno ha trabajado como debía.

Anónimo dijo...

El despótico carácter de un alcalde, aquí y ahora queda al margen, y permitirme explicarme, ha requerido toda mi atención la gran belleza del escrito, que acabo de leer demuestras, en la claridad de tus relatos, cuan diáfanos, tienes esos recuerdos grabados, me has hecho sentir, percepciones y hasta olores como el del jazmín.
Puedes pensar seriamente, en hacer una recopilación de comentarios, por periodos de un año y tratar de editar clasificándolos según su contenido ( de denuncia, relaciones humanas, de personajes sencillos del pueblo, anécdotas, … ) por ej. muchos rambleros quisiéramos con su lectura hacernos partícipes de esos relatos tan magníficos y con el de hoy me ha llegado “jondo muy jondo”. Felicidades.

Anónimo dijo...

Mi querida Fidelita:
No habiendo vivido en tu pueblo, me has hecho emocionar con este relato lleno de vida y de recuerdos ancestrales.En mi recuerdo está aún la atarjea que nombras y que tú me descubriste en las tardes tibias de nuestra infancia. Tu familia nos abría la casa y los brazos, a mi y a mi familia, para compartir lo natural y lo rural de una forma generosa. Yo venía de " la capital" y tu familia era " del interior" y sin embargo siempre lograbas descubrirme un mundo nuevo en aquella casa del Lomo de La Guancha. Aquellas mojadas queriendo atrapar el agua que corría por la atarjea a toda costa, el olor del gofio recién traido del molino por tu abuela.Recuerdo ese entorno como lo has descrito, sus olores tan característicos y sus colores al caer la tarde desde la azotea. ¡ Qué de recuerdos gratos has depositado en mi memoria con tu bonito escrito!. No podías haberlo hecho mejor.
Hoy he estado atenta a tu trayectoria, aunque por motivos de trabajo no hayamos podido vernos tan a menudo. Y quiero decirte Fidela, mi Fidelita, que estás demostrando un gran empeño en la tarea que te has propuesto. No me extraña, porque también recuerdo de nuestros años juveniles, que siempre te nombraban delegada para defender los derechos de los alumnos en nuestra clase. ¡Y vaya si los defendías!.En aquella época, poca o escasa libertad había, por no decir ninguna.Pero eran tan veraces los argumentos que tú esgrimías, siendo sólo una niña, que hasta los profesores te llamaban para que defendieras a tus compañeros de algún que otro desliz que ni se nos permitía... ¡Eras una líder!. Pero todos sabíamos que eras una líder defensora de los derechos de los demás y nunca en tu propio beneficio. Eso causaba admiración entre los propios profesores. Eran otros tiempos Fidelita.
Hoy estás trabajando de lleno por tu pueblo, ese que tan bien has reflejado en tu escrito, ese que me abrió el espíritu a nuevos olores, nuevas experiencias, nuevos contrastes.He de agradecerte por partida doble, el que me hubieras descubierto en aquella época tu pueblo, y el que tu familia, de una manera generosa, hubiera abierto las puertas de par en par para que los que veníamos de la capital, gozáramos de un paraíso.
Hoy, además, tienes una gran responsabilidad. La que tú misma te has impuesto y has descrito tan bellamente, y a la que me sumo en la medida de mis popsibilidades para que lo logres.
Sé que lo conseguirás; primero porque tienes cabeza, segundo porque tienes un noble corazón y tercero porque ya es hora de que tu pueblo despegue y levante el vuelo hacia algo mejor, más constructivo y más lleno de auténtica vecindad. En el camino estás. Y yo espero verlo con la misma diafanidad con la que escribiste tu artículo.Sé que me recibirás una vez más en aquella casa del norte con la misma generosidad con la que siempre nos recibiste tú y tu familia. Gracias Fidelita por darme parte de tus recuerdos y sobre todo por la labor que desempeñas.Tu pueblo se lo merece.