¡¡¡VAYA ARBOLEDA!!!

Quinientos millones de árboles en cuatro años. Catorce mil doscientos sesenta y nueve árboles cada hora, 238 árboles cada minuto y 4 cada segundo plantará mariano Rajoy si gana el próximo 9 de marzo. Y todo esto considerando que se trabaja a destajo, sábados y domingos, sin vacaciones, sin períodos de inclemencia de tiempo, las veinticuatro horas del día. Don Mariano ya no se conforma con tener influyentes intermediarios (la Conferencia Episcopal) con Dios aquí en la tierra: ¡ahora quiere ser Dios!. La verdad es que no puedo menos que exclamar ¡que Dios nos coja confesados!. Vaya capacidad de cálculo, es similar a cuando Ángel Llanos calculó los aparcamientos de que iba a dotar a Santa Cruz, ¡y no había espacio físico para contenerlos!. ¿Será Ángel Llanos asesor de Mariano Rajoy en esto de los cálculos?. Ante esta coyuntura, no cabe duda de que necesitaba a Pizarro para que le ayudara a no desbarrar, lo que pasa es que en este cálculo el señor Pizarro estaba despistado, porque tuvo que sacar la pata que había metido en el Ebro... Lo cierto es que todas estas paridas demuestran un partido sin rumbo y sin programa, donde los insultos y las descalificaciones han primado antes que la búsqueda de soluciones para un país por el que se supone que se preocupan, que quieren gobernar. ¡Qué Dios nos coja confesados! Y hablando del señor Pizarro: los canarios esperamos que haya hecho propósito de enmienda y que dejemos de ser para él unas colonias que merecen menos que el consejo de administración del que procede (Endesa) y que le ha proporcionado pingües beneficios. A los canarios y las canarias no se nos olvida el Delta, ni las torretas oxidadas que no resistían el más mínimo embate, ni la semana sin luz, ni la desconsideración manifiesta hacia los abonados, ni.... Sería terrible que un señor, procedente de una empresa que tan mal ha tratado a los canarios y a las canarias en general, ahora venga a administrar la cosa pública... ¿O a privatizarla?. Algunos debían darnos algún tipo de explicaciones al respecto para no temblar con la que se nos viene encima. O no darlas, porque a veces es peor...