jueves, 31 de enero de 2008

EL REFERENDUM, AL DIA SIGUIENTE

Ganó la dignidad. Ese podría ser el titular de hoy, en que muchos profesores y profesoras volvemos a confiar en que no todo está perdido, que este esforzado colectivo nuestro de varias decenas de miles de personas, no está, ni mucho menos, acobardado ante los nuevos retos y exigencias que la sociedad actual nos ha planteado (y a los que hemos sabido hacer frente) y que creemos que la dignidad de nuestro quehacer diario, (quehacer que hacemos, eso sí, sin prestarnos a comerciar con él como si en un zoco o en una almoneda estuviéramos) no está a la venta ni se presta a comerciar con él. Antes bien, a sabiendas de que somos buenos profesionales de la educación y también buenos servidores públicos, diferenciamos claramente una reivindicación salarial, a la que tenemos perfecto derecho como trabajadores que somos, de los parámetros de calidad educativa cuya búsqueda está entre nuestros objetivos como prioridad (los profesores queremos serlo en las mejores condiciones y las mejores condiciones es serlo de los más cualificados y mejores estudiantes, porque ¿a quién le amarga un dulce?).
Pero ya que la consejera quiere que hablemos de calidad educativa, y ya resuelta dignamente la consulta salarial que nos citó a los docentes a las urnas en el día de ayer, yo estoy por aceptar su reto. Pero no confundiendo churras con merinas, salario base con complementos, reinvindicación laboral con calidad de la enseñanza. Diferenciemos. Y ya que doña Milagros quiere hablar de calidad educativa, hablemos de calidad educativa, pero aclarando que muchos docentes, entre los que me incluyo, no tenemos tan claro que esté entre la prioridad de nuestros gobernantes ese objetivo básico y prioritario de la calidad educativa, porque si lo estuviera, habrían llegado desde hace tiempo a coordinar todos los esfuerzos en materia de calidad educativa, optimizando los recursos, sin pisarse unos a los otros en una venta en almoneda de los recursos complementarios que podrían contribuir, al alza, a los objetivos que perseguimos en nuestra labor diaria, por mor de usarlos como escaparate para sacar, en la mayoría de las ocasiones, un rédito político alicorto, miope y tan a corto plazo, que no contribuye en nada a mejorar la educación. Y todo bajo la etiqueta de lo canario, eso sí, tan diferente, tan diferente, que no se presta a evaluaciones internacionales, porque tampoco en esos foros nos entienden, como no nos entiende Madrid. Permítanme la ironía, que si no fuese por la tristeza del asunto, podría ser hasta risible. Para una educación de calidad, doña Milagros, tiene usted los mejores mimbres: un colectivo docente voluntarioso, preparado, profesional y entregado, pero no a usted y a sus directrices, sino día a día a sacar adelante a sus alumnos. Y si alguien hay que no está preparado y que debía habilitarse rápidamente para la gran responsabilidad de formar a todos los canarios y las canarias, esa es su consejería y sus regidores, que cada día que pasa nos hacen pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor y hacen bueno a cada uno de sus antecesores, cosa harto difícil en ocasiones. Aparte de la homologación salarial, los docentes de esta tierra necesitamos urgentemente políticos de altura, que entiendan de educación, que quieran a esta tierra y a su gente y que confíen plenamente que la educación (y quienes la hacemos posible en esta tierra común) es el legado más importante que le podemos dejar a nuestros hijos. Los docentes canarios así lo creemos. ¿Y usted y su gobierno?.

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